de secuestros...

jueves, 7 de agosto de 2008

Como ya es costumbre, por la mañana salí de mi recámara y bajé a la sala para poner música. Hoy le tocó el turno al disco “Santo pecado” de Ricardo Arjona… música comercial, nada novedosa, con rimas demasiado fáciles, pero que no está mal para escucharse en la ducha.
Ya casi para salir comenzó La nena, esa canción que relata el secuestro de una niña y el desenlace de su cautiverio. Siempre me ha conmovido, no sé si es la historia o la música (la letra no lo es, como lo dije, con Arjona todo es demasiado fácil), y cada vez que la escucho termino imaginándome las escenas, siempre iguales.
Ya en la oficina Javo me sugiere por msn que hable del secuestro y me envía una nota de El Universal. No es casualidad. El tema del secuestro en México siempre está en boga, tal vez tiene altibajos, pero está vigente día a día.
Esta vez quien lo puso en la agenda es el caso de Fernando Martí, el joven de 14 años secuestrado el 6 de junio y cuyo cadáver se localizó en la cajuela de un automóvil abandonado hace 6 días. Las investigaciones indican que hay policías involucrados, que los conflictos entre el gobierno del Distrito Federal y de la República entorpecieron las investigaciones, y sobre todo, que el secuestro en México está muy lejos de erradicarse.
Las tres cuestiones deben ser ciertas. Es por todos conocido que las fuerzas policíacas en México están de una u otra forma coludidas con la delincuencia; la actividad se presta, existen los contactos, lo que se ofrece a cambio es tentador, los policías caen por lógica. Y no es una justificación, es simplemente ver la realidad de las cosas: quien tiene todas las posibilidades y motivaciones para involucrarse con el crimen organizado, lo hará tarde o temprano.
En cuanto a las disputas constantes entre el Gobierno Federal y el del Distrito Federal, tampoco dudo que sean las culpables del retroceso en las investigaciones, tanto de el secuestro en cuestión como de muchos otros casos delictivos. Ahora el presidente del Senado, Santiago Creel, declara que no se debe politizar el caso del secuestro, que hay que actuar en conjunto y que son necesarias las reformas para eficientar el cuerpo policíaco. Por otro lado, el senador perredista Luis Sánchez, acusó al gobierno federal de golpear al gobierno capitalino con el tema de la delincuencia. De las dos declaraciones, Creel tiene la razón, nada se solucionará con disputas y tratando de ver culpable al otro, los males de un país se solucionan uniendo esfuerzos. ¿Pero quien es el Senado para hablar por los demás? ¿No son ellos los que jamás llegan a un acuerdo y terminan por politizar las reformas? Lo único que queda claro es que el ejercicio gubernamental en México necesita divorciarse de los partidos políticos, porque al fin de cuentas los gobernantes deben responder a las necesidades de una sociedad y no sólo de sus partidarios.
Y sí, según lo que se percibe, México está muy lejos de apartarse de los números rojos. No existe una educación ante el secuestro, no hay garantía de protección si se acude a las autoridades, no existe una policía capaz de llevar a buen término los arreglos con los secuestradores, no hay nada. Lo único que puede hacer alguien secuestrado es esperar a que la familia pague el rescate y encomendarse a la Virgen de Guadalupe para no morir en cautiverio (cuando se recurre a las divinidades ya no hay nadie a quien encomendarse); y lo que pueden hacer los familiares es reunir el dinero solicitado y encomendarse también a la virgencita, y jamás, jamás, llamar a la policía porque en realidad no harán gran cosa, el único caso que recuerdo sobre alguien rescatado es el de Rubén Omar Romano (suceso envuelto de contrariedades).
¿Y cómo es que surgió la polémica? Porque secuestran y matan a un niño rico. En realidad hay muchísimos casos que no salen a la luz y no causan revuelo, pero esos no importan, no tienen dinero, no causan disputas, no afectan al quehacer gubernamental. México vive una pobreza extrema de justicia y gobernabilidad, y no es culpa de los ciudadanos que no toman precauciones, es culpa de un gobierno que no se atreve a meter en cintura ni siquiera a su propia policía y departamentos de seguridad. Acordémonos de eso en las siguientes elecciones.

 
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